14 marzo 2010

Domingo...descanso, que escriban otros (delibes)

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Estracto del libro "un mundo que agoniza", discurso de ingreso en la Real Academia Española en 1975 de Miguel Delibes. Este libro podría haber sido publicado treinta años mas tarde y sería un betseller, quizás hasta le hubieran dado el permio nobel de la paz (ya que nunca le quisieron dar el de literatura), se adelantó a los pensamientos y sensibilidad de una generación y movimiento que creíamos haber inventado el amor a la naturaleza. Él no siguió a nadie ni a nada, ningún movimiento había ni detrás ni delante de él, simplemente un sentimiento puro de amor y una reflexión profunda hacia todo lo que le rodeaba y le importaba.

Si se me permite la expresión: "Requiem por un campesino español", gracias Don Miguel.

"Cuando escribí mi novela El camino, donde un muchachito, Daniel el Mochuelo, se resiste a abandonar la vida comunitaria de la pequeña villa para integrarse en el rebaño de la gran ciudad, algunos me tacharon de reaccionario. No querían admitir que a lo que renunciaba Daniel el Mochuelo era a convertirse en cómplice de un progreso de dorada apariencia pero absolutamente irracional.

Porteriormente mi oposición al sentido moderno del progreso y a las relaciones Hombre-Naturaleza se ha ido haciendo más acre y radical hasta abocar a mi novela Parábola del náufrago, donde el poder del dinero y la organización -quintaesencia de este progreso- termina por convertir un borrego a un hombre sensible, mientras la Naturaleza mancillada, harta de servir de campo de expericias a la química y la mecánica, se alza contra el hombre en abierta hostilidad. En esta fábula venía a sintetizar mi más honda inquietud actual, inquietud que humildemente, vengo a a compartir con unos centenares -pocos- de naturalistas en el mundo entero. Para algunos de estos hombres la Humanidad no tiene sino una posibilidad de superviviencia, según declararon en el Manifiesto de Roma: frenar su desarrollo y organizar la vida comunitaria sobre bases diferentes a las que hasta hoy han prevalecido"

"Y ya que, inexcusablemente, los hombres tenemos que servirnos de la Naturaleza, a lo que debemos aspirar es a no dejar huella, a que se no note lo menos posible. Tal aspiración, por el momento, se aproxima a la pura quimera. El hombre contemporáneo está ensoberbecido; obstinado en demostrarse a sí mismo su superioridad, ni aun en el aspecto demoledor renuncia a su papel de protagonista.

En esta cuestión, el hombre-supertécnico, armado de todas las armas, espoleado por un afán creciente de dominación, irrumpe en la Naturaleza, y actúa sobre ella en los dos sentidos citados, a cuál más deplorable y desolador; desvalijándola y envileciéndola"

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