Anoche tuve un sueño. Así llamaba la atención Marthin Luther King en sus discursos, tenía un sueño donde su país era un país igual para todos y todas.
Pues ayer yo, lejos de querer compararme con este gran hombre, también tuve un sueño, soñé un país que cambiaba, un país donde la gente no tenía miedo sino esperanza y valentía, un país verde y limpio del oscuro humo de la contaminación y de la corrupción.
Soñé que el domingo día 20 las gentes de mi pueblo y de mi provincia votaban por amor, y no por venganza, votaban sin miedo y sabían lo que votaban, votaban por si mismos y no por la propaganda.
Soñé que elegían a una de las mejores personas que he conocido en mi vida, soñé que ahí empezaba un cambio de esperanza. Y al soñar todo esto ,en mi cara se dibujó una sonrisa de felicidad.
Soñé que Jorge Luis cambiaba las cosas, sin revoluciones ruidosas, sin golpes en la mesa, como él sabe, conciliando, queriendo, hablando, respetando.
Soñé que las gentes de mi tierra votaban libres y que Jorge Luis ganaba, y soñé que no era un sueño y me desperté riendo, feliz de saber que este domingo este país cambia de congreso, porque en Huesca, esa provincia del norte de mi país, decidieron votar a Jorge, decidieron votar a uno de los buenos.
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