Aquel día me levanté con una sensación un tanto extraña. Sentía como si mis ojos estuvieran más abiertos que de costumbre, cualquier conversación de los vecinos la oía como si estuvieran en mi cocina desayunando conmigo.
No le di mayor importancia a ello, hasta que salí a la calle. Por las mañanas, cuando voy al trabajo veo a todo el mundo con la cabeza agachada, como si todavía el camino perteneciera a la parte de un mal sueño, todos los días las mismas personas, los mismos ojos entornados y las mentes encerradas en pensamientos lentos y descoordinados.
Pero aquella mañana no fue así, salí del portal y percibí las calles de otro color, más vivo, más intenso, con más luz,... seguí caminando hacia mi trabajo, eso sí bastante preocupado. Me crucé con aquel hombre trajeado con el que nunca me había parado a hablar a pesar de que llevábamos coincidiendo casi tres años, todas las mañanas, en el mismo lugar y me di cuenta que me miraba como yo le estaba mirando a él y nos saludamos mirándonos a los ojos con una sonrisa (sonrisa que no se me fue en toda la mañana).
Era martes y por lo tanto a la vuelta de la esquina estaría el matrimonio que limpiaba los cristales del banco, en silencio, como autómatas. Giré la esquina y los vi, limpiando como todos los martes, sólo que esta vez se pararon, se dieron la vuelta, me miraron y me saludaron. Casi me quedo en silencio por lo inesperado de aquel acto, pero en cuanto me repuse les salude y hasta fui capaz de comentar algo sobre la magnífica mañana que hacía.
En aquella plaza nos empezamos a saludar todas las personas que pasábamos por ahí, era magnífico, la sensación de que todos, aquella mañana habíamos cambiado. En aquel momento nadie sabíamos cual era la razón de aquello, tampoco nos importaba, queríamos disfrutar de una locura conjunta, de un sentimiento extraño y agradable, de aquella complicidad en la sensación de sentirte unido a otra persona por el simple echo de vivir en la misma ciudad.
Los días siguientes fueron creciendo en amabilidad, en diálogo, en miradas,... incluso me levantaba más temprano para salir antes a la calle y ver quién paseaba por las calles a distintas horas. Si antes tardaba diez minutos en llegar al trabajo, ahora tardaba una hora que ganaba hablando con la gente, con mis vecinos.
Pasaron los meses y a las palabras agradables, a las miradas cómplices, incluso a algunos abrazos, se les unieron conversaciones sobre la ciudad, como mejoraríamos nuestro cachito, empezamos a informarnos de la gestión del Ayuntamiento, quedábamos en las plazas para compartir información, ideas e ilusiones, invitábamos a gente de otras ciudades, a técnicos expertos en urbanismo, movilidad, ahorro energético, participación, economía y finanzas,... El Ayuntamiento empezó a ver interesante aquel movimiento y decidió no intervenir, no quería pervertir aquella movilización ciudadana. Todos los concejales estaban sorprendidos y aunque veían peligrar su puesto de trabajo, decidieron que lo mejor era que ni siquiera se involucraran, aunque a muchos les hubiera gustado participar.
Al cabo de un año en la ciudad de Huesca todas las plazas tenían su grupo, la plaza Concepción Arenal, la plaza de la Moneda, plaza de la Inmaculada y alguna más se reunían por la mañana, en otras como la plaza de la Catedral por la tarde e incluso por la noche había alguna como la plaza General Alsina (en ocasiones se les llamó la atención por el jaleo que montaban en sus acaloradas conversaciones). Configuramos un grupo reducido de cada una de las plazas para comentar las ideas que se debatían y al poco, después del esfuerzo de muchas personas, teníamos un plan, un plan para la ciudad, desde la ciudadanía.
Sin darnos cuenta, llevados por una sensación que no podíamos describir, por un sentimiento de ciudadanía que jamás habíamos tenido, habíamos redactado más de 500 páginas para Huesca. Nadie nos había preguntado ni pedido consejo, simplemente sentíamos que teníamos que hacer eso, participar en la ciudad, debatir, formarnos y proponer. En muchas ocasiones las ideas personales se desechaban, pero comprendíamos enseguida que no podíamos imponer nuestros intereses, dejamos de lado nuestras militancias en partidos políticos, asociaciones, sindicatos,... aunque no nuestras ideologías, que intentábamos transmitir al resto.
El Ayuntamiento comprendió que aquello que habíamos trabajado, las 500 páginas para la ciudad, no podían estar mal, era imposible que la ciudadanía en pleno se confundiera, que los que habían estado confundidos siempre eran ellos, que hacían cosas sin contar con el pueblo. Así decidieron llevar a cabo todas las propuestas de las 500 páginas, de las 50.000 personas de su ciudad. Y a partir de entonces, el Ayuntamiento únicamente se encarga de ejecutar lo que su ciudadanía le propone, siente que tiene que servir a un cargo más alto, el pueblo.
Después sucedió lo inevitable, sonó el despertador, abrí los ojos y comprobé que veía como siempre, que no oía a los vecinos. Salí a la calle y el hombre trajeado seguía mirando el suelo, el matrimonio limpiaba como lo había hecho siempre y comprendí que aquello había sido un sueño. Superé la tristeza que aquello me produjo y empecé a pensar cómo podía llegar a construir mi sueño, que caminos debía de seguir,... y aquí estoy, escribiendo estas líneas por si alguien ha soñado lo mismo que yo y podemos empezar a construir otro tipo de democracia.
5 comentarios :
Ojala sueños como este se hagan realidad. Sin importar el color de los políticos azul, verde, rojo...que todos vayamos juntos, caminando y con un mismo objetivo común.
Te sorprendería saber cuántos hemos soñado algo parecido.
Pásate esta tarde a las 20h. por la Plaza Zaragoza que conozco unos amigos que pueden ayudarte a recuperar la sonrisa.
#acampadahuesca
Anónimo: A ver si se cumple todo lo soñado, quizás el problema es que hay diferencias de difícil solución.
David: Me gustaría poder acudir a lo de la plaza Navarra sin que nadie me dijera que estoy aprovechando la oportunidad para la campaña, pero me parece que esto no va a ser así. De todas formas yo apareceré, aunque esté un poco escorado, para compartir sueños
No creo que nadie diga nada a quien aparezca por allí siempre que no sea del PPSOE
Eso espero, porque yo voy a ir
Publicar un comentario