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26 septiembre 2020

De psicópatas y neuróticos


Hoy quiero seguir hablando de la tecnología, pero me voy a adentrar en el inhóspito y tenebroso mundo de las elucubraciones. Voy a plantear una hipótesis, una teoría a refutar. La teoría me viene a la mente por culpa de que a veces, debido a mi eterna adolescencia y su mente divergente, soy capaz de juntar diferentes teorías, textos, axiomas o simples afirmaciones y llegar a elaborar lo que en este texto presento.

Cada vez están más cotizados los neuróticos que los psicópatas. Vamos a sus conferencias y les alabamos, escuchamos las conferencias TED, adquirimos sus aplicaciones y sus inventos nos parecen fascinantes, creemos en ellos como los grandes salvadores de esta sociedad. Así, a cada alabanza que reciben son más valientes, se creen más dioses, el ego aumenta, como si estuviéramos hichando un glogo. No sería de extrañar que, de aquí a unos años, veamos más neuróticos en la clase política, desbancando a la ingente cantidad de psicópatas que hay metidos en los hemiciclos. Quizás lo que vemos ahora es una mezcla entre psicopatía y neuroticismo en ejemplos como Bolsonaro, Trump, Johnson, y otrora Berlusconi. 

Después de leer a Byung Chul Han, detenidamente y sin prisas, por supuesto, y su famoso libro “la sociedad del cansancio”, puedes llegar a varias conclusiones muy interesantes sobre el comportamiento del ser humano en la sociedad. Las reflexiones de Han son estupendas y tan bien elaboradas que parecen imposibles de refutar (seguro que algún osado ya lo ha hecho). Una de esas conclusiones interesantes, quizás de las más importantes del libro, es como el ser humano, el trabajador, ha pasado de ser esclavo (entendido como persona oprimida por un patrón u oligarca) a ser su propio esclavista. Dice Han que si antes el trabajador, por culpa de esta opresión, desarrollaba una serie de patologías (neurotismo, psicopatías, esquizofrenias,… ) derivadas del echo de querer escapar y no poder hacerlo, en la actualidad, al ser el propio trabajador su opresor, las patologías psicológicas se han derivado a las depresiones, no hay nadie que no seas tú mismo al que poder echar la culpa de tu fracaso en la libertad, el locus de control es interno y por tanto aparece la depresión. 

Pero, aunque nace de aquí, no es esta mi teoría, ya que más bien me centraré en las personas opresoras, las clases dominantes, las que tienen y quieren seguir teniendo, ya sea dinero, poder, reconocimiento, vida,… Hace unos años leí un artículo de Eduard Punset en el que decía que alrededor del 5% de los broquers de bolsa, políticos, grandes empresarios, etc. eran psicópatas, más bien psicópatas adaptados, cuando la media en la sociedad es menor del 1% y muchos de ellos están en la cárcel. Este porcentaje aumente bastante si no demuestran ser psicópatas pero sí tener rasgos psicopáticos. Hasta hace poco creía a pies juntillas esta afirmación. No volví a leer nada más sobre el tema, hasta que hace poco llegó a mis manos una afirmación bastante interesante sobre la neurosis en los grandes magnates de las nuevas tecnologías (Elon Musk, Mark Zuckerberg, Larry Page y Sergey Brin,… ) que, quizás unidos por la pleonexia desarrollada por un mundo hipercapitalista, hayan desarrollado este especie de neurosis por tener más, por querer incluso la inmortalidad, por creer que en las nuevas tecnologías van a encontrar la solución a todos los problemas que tiene la sociedad, en definitiva, por creerse Dioses. 

Así, estos nuevos gobernantes mundiales neuróticos, han sido los únicos capaces de oponer resistencia ante los otros gobernantes, los psicópatas. La guerra entre unos y otros empezó hace tiempo. Las antiguas empresas (energéticas, bancos, farmacéuticas, comestibles, ropa, etc.) les ha salido el competidor de las nuevas tecnologías que no quiere tener el poder, quiere el poder sea él, no quiere vencer a nadie, se cree el salvador y mesías. Veremos que unos luchan contra el cambio climático, los otros no; unos están a favor de la renta básica, los otros no; unos hacen yoga, otros se comen un chuletón; unos defienden la causa feminista, otros la niegan. La batalla la están ganando los neuróticos porque ya casi han conseguido la tan ansiada IA, los medios de comunicación casi todos son suyos o están controlados por ellos, las redes sociales, los programas de distribución de mercancías, las apps para acceder a los productos de los psicópatas,… 

Esta guerra está servida, pero seremos los esquizofrenicos antes y los depresivos ahora, los que sufriremos las consecuencias de esta batalla social. Seguiremos sin ser libres, porque a unos como a otros no les interesa lo más mínimo que lo seamos. Durante mucho tiempo hemos analizado la animadversión de los psicópatas hacia la libertad de sus esclavos pero, al igual que los psicópatas ya han conseguido que seamos nuestros propios esclavos, los neuróticos han conseguido que nos creamos libres y que, además, esa libertad nos la han dado ellos a través de las nuevas tecnologías. Como dice Ekaitz Cancela, sólo nos queda “despertar del sueño tecnológico” en el que nos tienen encerrados.


Como ya he dicho, esto es una elucubración basada en unos apuntes mentales que uno le vienen cuando lee ciertas cosas que, a priori, parecen ciertas pero ¿quién dice que lo serán? O quizás sea cierto todo lo que aparece en las lineas anteriores.


13 abril 2019

Cómo llegar a la cúspide de Maslow pegando carteles electorales

Después de cuatro años, he vuelto a hacer una de esas cosas que, en un principio dan mucha pereza, pero que en cuanto te pones emocionan.

Ahí estábamos, un reducido número de personas (no más de diez) las que nos juntamos pegando carteles para las elecciones generales de 2019, colaborando entre gentes de tres partidos diferentes para que los carteles se vieran bien y estuvieran al gusto de todas.

Es un buen momento para hablar con algunas que sólo ves cada cuatro años. Una situación política que no habíamos vivido nunca, con tantos partidos con posibilidades de gobernar, con extremos que asustan y que las mas mayores les recordaba a tiempos pasado que querrían olvidar.

Como siempre, con alegría, emoción y luego un café. A sabiendas que somos pocas, que luchamos contra la marea mediática, contra los intereses de los poderosos,... lejos de una lógica desesperación, parece impulsarnos hacia un estado emocional tan bonito y tranquilizador que, más que una lucha, parece una terapia en la que nos elevamos a la cúspide de la pirámide de Maslow (la autorrealización).

Así, mientras me pringaba de cola, vigilábamos a mis hijos mientras jugaban, nos reíamos de lo guapo que es nuestro candidato y contábamos batallas de otros años, resulta que, sin darnos cuenta ni buscarlo, hemos conseguido crecer como personas. Ahora ya sólo nos falta que no nos creamos que nuestra verdad es la única verdad.