Las intuiciones están para observarlas y analizarlas. Yo las trato como una pequeña alarma o indicador de cuál es mi opinión sobre tal o cual cosa cuando no tengo todos los datos disponibles. Estas intuiciones las suelo utilizar para escribir en el blog, de esta forma me ayuda a profundizar en el tema. Por ejemplo en el post de desconexión, mi intuición me dice que el desconocimiento del funcionamiento de las nuevas tecnologías es un atraso para el ser humano, y que el avance de las mismas debe ir de la mano de este conocimiento. Esto genera un debate y me hace profundizar en el tema.
Yo sé que las intuiciones aparecen porque no suelo acordarme de lo que leo o escucho, pero si que me quedo con el sentimiento de rechazo o de aceptación de las cosas. Una de éstas son las grandes superficies comerciales, a las cuales no es que les tenga rechazo, es que les tengo pavor, un miedo terrorífico que tengo que analizar para que no se convierta en algo enfermizo. Y claro ahora estamos a vueltas con la gran superficie comercial que quieren poner en el área 17 de Huesca y un escalofrío recorre mi cuerpo.
Partiendo de la base de que mi intuición me dice que esto no está bien, me pongo a pensar el porqué y acabo dividiendo mi miedo en dos (hablaré de uno en este post y del otro miedo en el siguiente).
El primero es más patológico que otra cosa, es de esos que se generan en el subconsciente cuando has sufrido un hecho traumático, y es que las veces que he visitado un centro de estos me he sentido como un borrego manipulado a cada paso que daba, sintiendo el impulso de comprar y consumir cuando en mi vida diaria no es así, Miles de personas que no somos capaces de mirarnos a la cara, nuestro único objetivo es consumir y el objetivo de los empresarios (que nunca conoceré) que consumamos.
Puedes estar un día entero sin ver la luz del sol, solo vemos luces y grandes mensajes que me dicen qué tengo que comprar, y entonces se produce el hecho traumático, la náusea de Sartre, el agobio, la sensación de estar perdiendo el tiempo, de que estoy siendo engañado, pero ¿y todas las personas que están ahí?, ¿también se sienten engañadas? pues no, parece que les gusta, se sienten cómodas, como pez en el agua, y son una inmensa mayoría, que no parecen tener náuseas, parecen controlar su dirección, aunque creo que en realidad saben que no es así, simplemente aceptan que son dirigidas, es el mismo masoquismo que se tiene con los dirigentes de un país, nos gusta que nos dirijan, de esta forma ya no tenemos que pensar ni involucrarnos, hemos pasado la responsabilidad a otros ("Del tener al ser" Erich Fromm).
Hay miedos que los puedes controlar porque sabes que son irreales, pero ¿cómo se controla el sentimiento de soledad? A veces pienso que soy el único que ve lo que está pasando en realidad, el engaño en el que estamos sumidos, pero la realidad es que a la mayoría de la gente le gustan las grandes superficies, pasan días enteros dentro de ellas, a veces hasta deseando que llegue el fin de semana para pasar el sábado disfrutando de un día lúdico con la familia, en ese gran salón de actos, y me niego a creer que no saben las mismas cosas que yo.
Y recordando el comentario que dejaron en el anterior post, me viene a la cabeza (y al corazón) la humildad que hay que tener para no caer en moralismos y creer que la única verdad es la de uno. Pero es que es precisamente lo contrario, que al ver que estoy en minoría tiendo a pensar que mis creencias son erróneas, y todo aquello que pensaba (que las grandes superficies son perjudiciales para el ser humano, que nos deshumanizan, que merman la posibilidad de estar cerca de la persona que nos vende, que somos un número en vez de personas,... ) se pone en entredicho, y entonces se hace patente ese verso de Neruda que utilizo como subtítulo en mi blog: "...Y me oyes desde lejos y mi voz no te toca."
Hay miedos que los puedes controlar porque sabes que son irreales, pero ¿cómo se controla el sentimiento de soledad? A veces pienso que soy el único que ve lo que está pasando en realidad, el engaño en el que estamos sumidos, pero la realidad es que a la mayoría de la gente le gustan las grandes superficies, pasan días enteros dentro de ellas, a veces hasta deseando que llegue el fin de semana para pasar el sábado disfrutando de un día lúdico con la familia, en ese gran salón de actos, y me niego a creer que no saben las mismas cosas que yo.
Y recordando el comentario que dejaron en el anterior post, me viene a la cabeza (y al corazón) la humildad que hay que tener para no caer en moralismos y creer que la única verdad es la de uno. Pero es que es precisamente lo contrario, que al ver que estoy en minoría tiendo a pensar que mis creencias son erróneas, y todo aquello que pensaba (que las grandes superficies son perjudiciales para el ser humano, que nos deshumanizan, que merman la posibilidad de estar cerca de la persona que nos vende, que somos un número en vez de personas,... ) se pone en entredicho, y entonces se hace patente ese verso de Neruda que utilizo como subtítulo en mi blog: "...Y me oyes desde lejos y mi voz no te toca."
0 comentarios :
Publicar un comentario